viernes, 26 de octubre de 2018

"Una ciudad asediada", de Margaret Oliphant

Aprovechando que este mes tiene iniciativas muy lindas, como Leo Autoras en Octubre, quería cerrar este especial de Halloween con la reseña de un libro escrito por una mujer. Tal vez no sea para mí el mejor libro del mundo, pero Margaret Oliphant era una autora muy buena y creo que la mencioné un par de veces recomendándola. Y este libro es especial porque toca un tema sensible que se relaciona con lo que implica Halloween y el 2 de noviembre, a pesar de que la historia no mencione la fecha ni nada parecido. Si bien a mí el libro no me convenció, tal vez le pueda gustar a alguien más. Así que les dejo la reseña. 

Título: Una ciudad asediada

Título original: A Beleaguered City

Autora: Margaret Oliphant (1828- 1897)

Año de publicación: 1869

Traducción: Jon Bilbao 

Calificación: 🌟🌟🌟





Hacia tanto que no leía un libro de terror que la sinopsis de este (y conociendo previamente a Oliphant por La puerta estrecha) me había llamado poderosamente la atención. El problema es que cuando una lo empieza a leer deja de ser lo que esperaba, convirtiéndose en una historia amable sobre fantasmas que expulsan a los vivos de la ciudad por motivos religiosos. Los elementos de terror están en las primeras páginas y, una vez que se descubre quiénes son los asaltantes y cuáles son sus intenciones, los pierde.

El narrador es el Maire de Semur, Martin Dupin, quien deleitará al lector con párrafos en donde cada dos por tres se auto- halaga por lo inteligente y eficiente que es. Un buen día el cielo oscurece y todos los habitantes de la ciudad se ven aleccionados por una fuerza extraña que los expulsa de allí, obligándolos a permanecer del otro lado de las puertas. Sin mucha tardanza descubrirán que son los muertos (en donde se incluyen los seres queridos que han fallecido) que se han levantado coincidiendo con el cierre de una capilla. Sólo hay que sumar dos más dos.

Que los fantasmas deambulen por la ciudad y tengan contacto con los vivos es lúgubre. Confieso que, más que miedo, este libro me generó cierta tristeza por lo que implica su argumento, el saber que del otro lado de la puerta está el espíritu de alguien que se fue. Estos fantasmas no son violentos, no hacen volar objetos por los aires: son más mensajeros que otra cosa. La forma en que dan el mensaje es la que da miedo (o un mínimo escalofrío, para ser exacta), no ellos en sí. Los primeros acontecimientos están bien desarrollados y despiertan interés, a pesar de que una frase que se repite muchas veces ya los predice. Me parece una pena que el apabullante trasfondo religioso y el narrador antipático no colaboren con lo que se estaba contando. Llegan a saturar y confieso que me produjo un alivio que haya cambios de narradores… hasta que se dedican a hablar de la distribución de la gente en el refugio.

Hay personajes de todo tipo y justo el protagonista es el más insoportable: la mitad del libro se la pasa idolatrándose a sí mismo, haciendo comentarios cuestionables (pero acordes a la época victoriana, por más que esté ambientado en Francia) sobre las mujeres y gritándole a la gente. No soporto a los personajes que sólo gritan y exclaman. El mejor ha sido Lecamus, al igual que su parte de la narración. La esposa y la madre de Dupin son olvidables, ya que sólo adulan al Maire y cumplen a rajatabla lo que él se encarga de decir acerca del género. No me extiendo en esto porque no viene al caso, pero a este libro se le puede sacar mucho jugo por ese lado, visto y considerando que el terror brilla por su ausencia. Creo que Una ciudad asediada  es una gran advertencia. No pude encontrar si Oliphant era excesivamente devota, pero sí deducir que estaba mostrando la decadencia de la fe a finales del siglo XIX. Y no se le ocurrió mejor idea que plasmarlo en una novela y dar consejos indirectamente. Por suerte, Oliphant escribe muy bien y se puede disfrutar de su estilo. Lo que me quedó atragantado es lo repetitivo y lo solemne que se vuelve el asunto.

En fin, no pude congeniar del todo con este libro que prometía mucho. Le falta fuerza en el final y me dio la sensación de que la historia estaba para más, que podría haber tenido condimentos que no hicieran de ella algo tan etéreo. Me gustó a medias, más por lo que me dio para analizar que por la finalidad que creía que tenía Una ciudad asediada: darme un buen susto.


¡Que tengan un buen fin de semana!