Título original: Frankenstein; or, The Modern Prometheus
Autor: Mary Shelley (1797-1851)
Año de publicación: 1818 (la edición más leída es de 1831)
Traducción: dice "Punto de lectura", así que debe ser la de Manuel Serrat Crespo
Calificación: 🌟🌟🌟🌟
Debiera ser su Adán y, sin embargo, me trata como al ángel caído y me niega, sin razón, toda felicidad.
Aclaración necesaria después de leer algunos comentarios: el libro me gustó más de lo que la reseña expresa. El lenguaje cargado es típico de la época, cosa que no quiere decir que tenga que gustarme sí o sí en una carta. Clasifiqué a la novela como "terror" por algunos elementos que pueden generar miedo, pero tengan en cuenta que este libro va más allá de eso.
Se pueden decir miles de cosas acerca de Frankenstein, así que seré precisa, sobre todo teniendo en cuenta que, a pesar de que es un clásico y que toca temas muy interesantes que siguen tratándose hoy en día (por algo es un clásico, valga la redundancia), no me enloqueció. Esperaba que una novela gótica como esta me gustara tanto como Drácula, pero algo falló durante la lectura. Salteo la parte del argumento porque es archiconocida y sólo les estaría robando tiempo.
Se pueden decir miles de cosas acerca de Frankenstein, así que seré precisa, sobre todo teniendo en cuenta que, a pesar de que es un clásico y que toca temas muy interesantes que siguen tratándose hoy en día (por algo es un clásico, valga la redundancia), no me enloqueció. Esperaba que una novela gótica como esta me gustara tanto como Drácula, pero algo falló durante la lectura. Salteo la parte del argumento porque es archiconocida y sólo les estaría robando tiempo.
Admiro la escritura rebuscada y tormentosa de Shelley. En algunos momentos, se encierra tanto que no deja respirar al lector, algo que me pareció razonable en una novela como esta. Está narrado en primera persona con formato epistolar, y a veces me pregunté si la receptora de esas cartas no tenía ganas de echarlas a la estufa. En serio. Me encantó la narración (excepto en las partes en donde se describen los viajes, en donde las palabras se me hacían de plomo), pero se vuelve demasiado artificial como para reproducirla en una carta. Es una de las razones por las cuales no me gustó del todo. Además, el constante acecho mutuo entre el doctor y el monstruo no me generaron ni expectativa ni horror cuando debía hacerlo, y sentí que a esas partes ya llegaba cansada y aburrida.
Pero Frankenstein no puede pasar indiferente ni aunque uno se duerma arriba del libro. Los debates sobre la ética de la ciencia, la megalomanía que sufre Frankenstein al principio (hasta que se lo castiga por eso, claro), el reclamo justo de una criatura que no tiene la culpa de que a un científico loco se le haya ocurrido crearlo y, para colmo, abandonarlo en un mundo que teme lo que no se entiende… Y la lista podría seguir. De más está aclarar que simpaticé más con el monstruo/ser humano que con el doctor.
Cuando lo releí, se me hizo más liviano y encontré varios puntos llamativos que la nube de aburrimiento había tapado en mi lectura anterior. Sigo insistiendo en que las cartas son demasiado solemnes (no sé ni siquiera cómo fueron enviadas, ahora que lo pienso), pero el tono es entendible. Los personajes femeninos que están obligados a vomitar arcoíris para que los demás se revuelquen en ellos me dieron escalofríos. SPOILER Para colmo, a Elizabeth la presentan como un “regalo” (“pretty present”, “promised gift”) para Victor. Me pareció un gesto perverso de la madre. FIN DEL SPOILER Creo que Mary Shelley pasó por alto (o no reelaboró en su escritura) las ideas de su madre (quien murió después del parto) y se quedó con las ideas de su padre. Viéndolo desde lejos, puede que la figura de Elizabeth esté funcionando como protesta. Otra cosa que no me gustó: el prólogo de Percy B. Shelley. Prefiero el que Mary escribió para la edición de 1831.
Y siempre me pronuncio por una versión u otra de un libro, pero en este caso declaro un empate. La versión de 1818 no sólo es un poco más corta (porque hay pasajes que en la edición definitiva tienen más trabajo de escritura), sino que también tiene un tono menos apacible. Los cambios que Shelley hizo no alteran la esencia de la historia, pero corrigen aquello que en esta versión podía resultar polémico y amplía párrafos de forma tal que provoca que la miseria de Frankenstein sea aún mayor para el lector. Recomendable, sobre todo para fanáticos.