viernes, 25 de mayo de 2018

"Quédense en la trinchera y luego corran", de John Boyne

Título: Quédense en la trinchera y luego corran 

Título original: Stay Where You Are and Then Leave 

Autor: John Boyne (1971)

Año de publicación: 2013

Traducción: Rosa Pérez Pérez 

Calificación: 🌟🌟


Lo único que quería era un poco de civismo en un mundo incívico. 



Tengo tantos sentimientos encontrados con Quédense en la trinchera y luego corran que no pude ponerle más de dos estrellas después de tratar de ordenarlos. Por una parte, siento que la historia que Boyne quiso contar es respetable. Por otro lado, siento que falló en la forma de hacerlo. No he leído otros libros del autor como para saber si algunas cosas que hallé aquí se repiten indefectiblemente en su narrativa o si sólo dio la casualidad de que empecé a leerlo por uno de los peores libros que escribió. Puede que sea la opción B y el cincuenta por ciento de la calificación sea mi culpa. 

Alfie Summerfield es un niño de cinco años que vive en Londres cuando estalla la Primera Guerra Mundial, justo el día de su cumpleaños. Su padre (Georgie) se alista en el ejército y pasarán cuatro años hasta que reciba noticias de él, ya que su madre (Margie) es reacia a dárselas. En ese período de tiempo la situación económica se endurece y Alfie sale a trabajar como limpiabotas en King´s Cross, a escondidas de Margie. Y justo gracias a eso se enterará del verdadero destino del padre. 

Quédense en… es una promesa, una gran promesa sobre una historia conmovedora que te hará llorar hasta el hartazgo por las desgracias que pasa el niño. Alfie es lo suficientemente simpático y rebelde como para que una lo adopte en seguida pero el desarrollo de los acontecimientos no lo complementa. Alfie es un personaje que queda flotando en una marea de texto que pretende reflejar su inocente perspectiva y lo hace débilmente y a medias. Hay algo artificial en la construcción del drama. Sí, pensé “pobrecito” muchas veces, poniéndome en la piel de un/a hijo/a que debe convivir con la idea de que el padre puede morir en el frente en cualquier segundo, y así y todo las lágrimas se quedaron en mis ojos. Las escenas que deberían tener mayor carga dramática no están muy bien desarrolladas y carecen de sentimientos. Para colmo, durante buena parte del libro no pasa nada relevante. Falta el impacto, una vuelta de tuerca que extraiga el acartonamiento de la narración, la cual es excesivamente sencilla para mi gusto, aun entendiendo que la perspectiva es la de un chico. Lamentablemente, esto se traslada a los diálogos y, cuando les toca hablar a los personajes, lo hacen con una cadencia extraña. Parecen caricaturas rellenas de discursos arquetípicos. La abuela que dice que están “todos acabados”, la madre que sólo grita y anuncia que están al borde de la indigencia (sabe contar dinero pero es incapaz de explicarle al niño por qué las mujeres no podían votar), el extranjero al que se lo llevan por si las moscas y se ofende, el objetor de conciencia socialista, todos suenan mal. Lo peor de todo es que el padre, que tiene la parte más difícil de los diálogos por el trastorno que padece, tampoco sale airoso. 

Otra cosa que no me gustó: los personajes femeninos son pésimos. No porque sean malas personas y estén bien construidas, no. Según mi punto de vista, son horribles a propósito, porque cuando se las pone en la balanza con los personajes masculinos (comentario al pasar: todos dicen algo malo sobre las mujeres en algún momento) pierden. Las mujeres que se quedan en la casa no hacen más que quejarse (como Margie) o marcar de la cobardía ajena (como la abuela de Alfie). Los personajes masculinos tienen tiempo para hablar de los traumas y de los padecimientos, sean soldados o no, mientras que a los personajes femeninos les falta vida interior. Margie se desgasta por sostener el hogar, pero más allá de que ella misma cree que es una inútil, no sé nada de ella. Podría decir un par de cosas más pero me lo reservo porque no es mi intención polemizar. Resumiendo de la forma más respetuosa que puedo, hay un olor a antifeminismo que me molesta, que se justifica por la época. 

No todo es malo en el libro. Creo que tiene una buena construcción histórica que da un panorama muy general de la guerra y de lo que se vivía en Londres en particular. El escepticismo de la gente ante la neurosis de guerra, la propaganda para reclutar hombres, el padecimiento de la gente en el hospital, las plumas blancas y humillantes, el movimiento sufragista… Eso está bien y hasta aprendí mucho sobre el contexto. Tal vez le falta insertarse de un modo natural y no con un personaje que lo saque a colación (como Joe o las personas que van a lustrarse los zapatos). Me gustó mucho también el atrevimiento de Alfie, que a los nueve años decide por sí mismo y tiene determinación (obviamente, no estoy de acuerdo con el trabajo infantil o lo que hace en el hospital, pero me refiero a la convicción de hacer algo y preguntar por el padre aunque la madre no responda). Alfie enfrenta la realidad sin chistar.

Así que esta es mi impresión sobre Quédense en…, un libro que empecé con mucho entusiasmo por el tema que trataba y terminé con un gusto amargo. No me convenció debido a sus desaciertos y hasta me encontré haciendo muecas frente a hechos inverosímiles SPOILER (como el de un Primer Ministro lustrándose los zapatos tranquilamente mientras habla con el niño o el de una madre distraída que no reconoce a su hijo cuando está agachado y no se da cuenta, para colmo, que hay días que falta a la escuela). FIN DEL SPOILER Me encantaría leer El niño con pijama a rayas para saber si estos problemas son constantes. Y si es así, John Boyne definitivamente no es para mí.


Por último, quería avisar que Blogger no me está avisando de sus comentarios por mail (¿a alguien más le pasa lo mismo?), así que disculpen si tardo mucho en contestar y devolver la visita.