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martes, 27 de noviembre de 2018

"Scribere Humanum est", de Gustavo Marcelo Farias



Título: Scribere Humanun est

Autor: Gustavo Marcelo Farias

Año de publicación: 2018

Calificación: 🌟

Gracias a Edición Anticipada por el ejemplar. 






Entiendo perfectamente el esfuerzo que hay detrás de un libro publicado. Entiendo que el escritor puso todo de sí (y un poco más) en esta historia, que pudo haberse quedado satisfecho o dudoso del resultado. Puede pasar. Así que mi opinión será, como siempre, lo más respetuosa posible. Hablaré sólo de lo que leí, porque me quitaron el ebook por no haber entregado la reseña dentro del mes. 

La ciudad en la que transcurren los hechos se llama Aristóteles. El futuro es una mezcla extraña entre personas que hablan de una forma arcaica y profunda, casi robotizada, y el avance de la ciencia para manipular el cerebro a tal punto de anular los sentimientos. De ser así, los estudios humanísticos serían obsoletos porque… ¿quién entiende Literatura si no posee algo de sensibilidad? Sextus, el protagonista más “receptivo”, es quien le abre los ojos a Sófocles, el protagonista más "científico". 

El problema del libro no es la historia en sí, sino la forma de contarla. Se nota a la legua que le falta una revisión intensa y más dura, que modifique ciertos errores en la narración y en la redacción (hablando estrictamente de la normativa del lenguaje). Incluso hay usos erróneos de los tiempos verbales y de las estructuras sintácticas. Es una gran piedra en el camino de la lectura encontrar errores como estos en los libros (lamentablemente, cada vez son más frecuentes). También se repiten ideas y palabras que bien se podrían haber suplantado con sinónimos, aprovechando la riqueza de la lengua española. Tengo algunas citas como ejemplos, pero no quiero parecer incisiva. 

La idea es buena, muy típica de la ciencia ficción, pero lo que me había llamado la atención de este libro era la fusión de la ciencia con la filosofía. Siempre están juntas, pero nadie se da cuenta. Los habitantes de Aristóteles pueden anotarse a cursos de disciplinas humanísticas y romper un poco con la mecanización del pensamiento, aunque la forma arcaica en la que hablan no ayuda a meterse en tema si el lector no está familiarizado con textos filosóficos. Así que si odiaron la materia en la escuela, mejor no se acerquen a este libro. No, me retracto. Háganlo y tal vez puedan hallar algo que despierte la curiosidad, al ver que las discusiones filosóficas pueden ser entretenidas. De todas formas, reitero: los personajes son demasiado rígidos para meternos en el tema. Eso hizo que me alejara de ellos y no lograra ponerme en sus zapatos. 

Así que Scribere Humanum est es un libro que tal vez se pueda disfrutar en una relectura, para poder empatizar con los personajes y la historia. Me gustaría leerlo con una revisión más exhaustiva y terminarlo, de ser posible. 


viernes, 5 de octubre de 2018

"Frankenstein", de Mary Shelley

Título: Frankenstein o el moderno Prometeo

Título original: Frankenstein; or, The Modern Prometheus  

Autor: Mary Shelley (1797-1851)

Año de publicación: 1818 (la edición más leída es de 1831)

Traducción: dice "Punto de lectura", así que debe ser la de Manuel Serrat Crespo

Calificación: 🌟🌟🌟🌟

Debiera ser su Adán y, sin embargo, me trata como al ángel caído y me niega, sin razón, toda felicidad. 

Aclaración necesaria después de leer algunos comentarios: el libro me gustó más de lo que la reseña expresa. El lenguaje cargado es típico de la época, cosa que no quiere decir que tenga que gustarme sí o sí en una carta. Clasifiqué a la novela como "terror" por algunos elementos que pueden generar miedo, pero tengan en cuenta que este libro va más allá de eso. 

Se pueden decir miles de cosas acerca de Frankenstein, así que seré precisa, sobre todo teniendo en cuenta que, a pesar de que es un clásico y que toca temas muy interesantes que siguen tratándose hoy en día (por algo es un clásico, valga la redundancia), no me enloqueció. Esperaba que una novela gótica como esta me gustara tanto como Drácula, pero algo falló durante la lectura. Salteo la parte del argumento porque es archiconocida y sólo les estaría robando tiempo. 

Admiro la escritura rebuscada y tormentosa de Shelley. En algunos momentos, se encierra tanto que no deja respirar al lector, algo que me pareció razonable en una novela como esta. Está narrado en primera persona con formato epistolar, y a veces me pregunté si la receptora de esas cartas no tenía ganas de echarlas a la estufa. En serio. Me encantó la narración (excepto en las partes en donde se describen los viajes, en donde las palabras se me hacían de plomo), pero se vuelve demasiado artificial como para reproducirla en una carta. Es una de las razones por las cuales no me gustó del todo. Además, el constante acecho mutuo entre el doctor y el monstruo no me generaron ni expectativa ni horror cuando debía hacerlo, y sentí que a esas partes ya llegaba cansada y aburrida.

Pero Frankenstein no puede pasar indiferente ni aunque uno se duerma arriba del libro. Los debates sobre la ética de la ciencia, la megalomanía que sufre Frankenstein al principio (hasta que se lo castiga por eso, claro), el reclamo justo de una criatura que no tiene la culpa de que a un científico loco se le haya ocurrido crearlo y, para colmo, abandonarlo en un mundo que teme lo que no se entiende… Y la lista podría seguir. De más está aclarar que simpaticé más con el monstruo/ser humano que con el doctor. 

Cuando lo releí, se me hizo más liviano y encontré varios puntos llamativos que la nube de aburrimiento había tapado en mi lectura anterior. Sigo insistiendo en que las cartas son demasiado solemnes (no sé ni siquiera cómo fueron enviadas, ahora que lo pienso), pero el tono es entendible. Los personajes femeninos que están obligados a vomitar arcoíris para que los demás se revuelquen en ellos me dieron escalofríos. SPOILER Para colmo, a Elizabeth la presentan como un “regalo” (“pretty present”, “promised gift”) para Victor. Me pareció un gesto perverso de la madre. FIN DEL SPOILER Creo que Mary Shelley pasó por alto (o no reelaboró en su escritura) las ideas de su madre (quien murió después del parto) y se quedó con las ideas de su padre. Viéndolo desde lejos, puede que la figura de Elizabeth esté funcionando como protesta. Otra cosa que no me gustó: el prólogo de Percy B. Shelley. Prefiero el que Mary escribió para la edición de 1831.

Y siempre me pronuncio por una versión u otra de un libro, pero en este caso declaro un empate. La versión de 1818 no sólo es un poco más corta (porque hay pasajes que en la edición definitiva tienen más trabajo de escritura), sino que también tiene un tono menos apacible. Los cambios que Shelley hizo no alteran la esencia de la historia, pero corrigen aquello que en esta versión podía resultar polémico y amplía párrafos de forma tal que provoca que la miseria de Frankenstein sea aún mayor para el lector. Recomendable, sobre todo para fanáticos.


viernes, 19 de enero de 2018

"La isla del Dr. Moreau", de H. G. Wells


Título: La isla del Dr. Moreau

Título original: The Island of Doctor Moreau

Autor: H. G. Wells

Año de publicación: 1896

Traducción: Carolina Martínez Muñoz

Calificación: 🌟🌟🌟🌟🌟


El estudio de la Naturaleza vuelve al hombre tan cruel como la propia Naturaleza.


Siento que no puedo hablar de este libro sin evocar el espanto. Mientras lo leía resonaba en mi cabeza una frase de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, en donde alguien grita “¡El horror! ¡El horror!”. Un resumen de lo inexplicable. La isla…  me pareció igual de contundente en cuanto a la temática y cada capítulo termina con una frase que te envía directamente al siguiente, casi sin pausas, con una reflexión digna de figurar en las citas favoritas. Sé que mi reseña no estará a la altura del libro, pero puedo conformarme con expresar mis sentimientos hacia él. 

Edward Prendick es un biólogo que naufraga y es rescatado por un barco que tiene un cargamento y pasajeros muy peculiares. El cargamento se trata de animales enjaulados y quien debe llevarlos a una isla es un hombre llamado Montgomery que afirma vivir allí. Al llegar a la isla, Prendick (que no fue invitado a quedarse en ella, es importante aclararlo) se encuentra con una fauna indefinible y empieza a interiorizarse con los experimentos de un tal doctor Moreau. Lo demás, es sobrevivir. 

No quiero decir cuál es el secreto de la isla y qué es lo que se cuece en ella. Revelaría demasiado y le quitaría la gracia al libro, aunque probablemente muchos ya lo sepan (por spoilers o por las películas). Cualquier persona que tenga corazón (no importa si es proteccionista de animales o no) se sentiría apabullada por las atrocidades de las prácticas del doctor Moreau. Me abstengo de llamarlas “científicas”. Este libro me causó un dilema moral, un quiebre en el análisis pasivo-objetivo. Creo que refleja un poco las inquietudes de Wells acerca de la dirección que estaba tomando la ciencia sobre el final del siglo XIX (según pude leer, se pusieron “de moda” las vivisecciones y Wells también estudió biología) pero no quiero arriesgarme a decir algo más. Me gustaría leer La máquina del tiempo y otros de sus libros para esas cosas. Sí podría pensarlo por el lado de la hipocresía victoriana, ya que esto fue publicado en 1896: sigue en pie eso de ocultar la parte incivilizada del ser humano (e incluso la de los animales que se presentan en la isla) por temor a lo que surja en el caso contrario. Eso de poseer algo que no se puede controlar paraliza, pero también pone en marcha la inventiva del aparato represivo de Moreau. SPOILER  Por eso el recitado de las leyes, el látigo que portan los hombres, la “Casa del Dolor” que causa temor entre los híbridos. FIN DEL SPOILER 

Los personajes de La isla…  no están construidos para agradar. Para mí, ni Prendick se salva de los cuestionamientos. Moreau inflige dolor, pero Prendick no logra salir de su posición de hombre europeo privilegiado para empatizar con aquellos que son distintos, como si le costara desprenderse de la mirada de Robinson Crusoe. Apelo a dos o tres momentos de lucidez de Prendick en donde se abandona a su suerte. Sin embargo, Moreau es quien falla: su mirada (y sus actos, en consecuencia) es más peligrosa que la de Crusoe. Reinventa al ser humano o, mejor dicho, lo sigue entronizando frente a todos los seres vivos del planeta, sacándole las emociones. Y está bien jugado, porque de lo contrario sería igual a todas esas bestias que corretean por ahí, ¿no? Es terrible pensarlo, incluso decirlo en voz alta me da asco. Me he cruzado con personajes ficticios perversos, pero hacía mucho tiempo que no me cruzaba con uno tan indefendible (desde Lolita, para ser exacta). Se me ocurre compararlo con el doctor Frankenstein, en todo caso. Refiriéndome a lo puramente técnico, no estoy segura de que todos sean personajes redondos. Moreau y Montgomery no evolucionan y, SPOILER por no hacerlo, terminan siendo “devorados” en el final. FIN DEL SPOILER Si esto no implica darwinismo, no sé qué es. 

Sobre la narración, no tengo casi nada que criticar. No sé si eso me deja tranquila o si me inquieta por ser incapaz de encontrarle una fisura. La verdad es que el relato de Prendick es conciso, deja cuestiones implícitas para que las complete el lector y se expresa de manera sencilla, a pesar de ser un hombre de ciencia que hace esperar un discurso más enrevesado. Agradezco también que las descripciones de los procesos de experimentación no sean tan gráficas como creía (eso no quita que me hayan causado impresión, obviamente). Me gusta que Wells prefiera que se entienda todo antes que el libro quede abandonado por sus dificultades científicas y/o filosóficas, empapadas por las discusiones de fin de siglo. Hay frases, como ya dije, que son profundas y merecen darles la vuelta. No creo que leer este libro termine en una experiencia vacía, sobre todo porque permite aprender sobre el contexto. Los debates entre Prendick y Moreau, aunque disten de ser una gran iluminación (a mí me basta con el planteo, por lo menos), dan para pensar. Lo único que podría añadir, por una cuestión de género, es que las escasas mujeres que hay en este libro son animales y cargan con un trato peyorativo del narrador. No hay término medio: o parecen prostitutas o son pudorosas, además de feas. 

El final me gustó mucho porque no pasó por alto los problemas que trajeron esas experiencias. En ese sentido, el contraste con la civilización es muy sincero y me hizo recordar el final de otro libro. 

Así que me llevé La isla del doctor Moreau como una de mis lecturas preferidas del 2017. Siempre considero que las historias que impiden que las sueltes son las mejores y por lo general cuando me sucede terminan siendo excelentes. Esta no es la excepción. Me alegro de haber leído a Wells (¡por fin!) y saber que es un autor que va más allá de las aventuras de ciencia ficción e invita a quedarse en la isla después de cerrar el libro. Si me atrevo.