martes, 18 de julio de 2017

"Emma", de Jane Austen


Título: Emma

Título original: Emma

Autor: Jane Austen (1775- 1817)

Año de publicación: 1815

Traducción: Carlos Pujol

Calificación: 🌟🌟🌟🌟


[...] pero yo nunca me he enamorado; no va con mi manera de ser o con mi carácter, y creo que nunca me enamoraré. 

Me encanta Jane Austen y hoy se cumple otro aniversario de su fallecimiento. Este mes estoy releyendo Orgullo y prejuicio, el primer libro que leí de esta autora, y encontré que había cosas que había olvidado completamente o pasado por alto. Sé que hay mil maneras más creativas de recordar a Austen (y que otros prefieren olvidarla, ya que es una autora tan amada como odiada), pero me contento con subir la reseña de uno de los libros que más me gustaron de ella.

Gracias, Jane Austen, por no decepcionarme aún. Se nota que este lo escribió durante la madurez, porque ni Sensatez y sentimientos ni Orgullo y prejuicio tienen una trama que se asemeja a la de este y a la vez es más compleja. Uno de los motivos puede llegar a ser una protagonista que no lleva un cartel pidiendo que el lector la quiera (salvo en ocasiones puntuales) y muchos personajes que dan falsas impresiones. No pueden faltar las descripciones de los entretenimientos de zonas rurales y la fina ironía que utiliza Austen para quejarse de la sociedad. Podría haber sido perfecto pero, sobre el final (y trataré de justificarlo sin spoilers más adelante), se cortan hilos sin ninguna delicadeza y los acontecimientos se precipitan mucho. Contrastando esto con la lentitud del principio, no puedo pasarlo por alto. 

Como siempre, la corrección de la sinopsis de la edición que leí (la de la foto, también marcada en Goodreads): Emma no se muda a Hartfield porque ella ya vive allí. No está aburrida y Knightley no debería aparecer de golpe en el párrafo. En resumidas cuentas, Emma Woodhouse es una señorita de veintiún años, vive con su padre y ambos pertenecen a la buena sociedad de Highbury. La que se muda es la institutriz, Anne Weston, porque se casa. El matrimonio estuvo casi arreglado por Emma, ya que tiene como pasatiempo armar parejas y predecir una boda para los novios. Esto le va a traer problemas cuando intente hacer lo mismo con Harriet Smith, una amiga de condición social inferior. 

Después del insoportable párrafo que cuenta el argumento, los elogios: me encanta Emma como protagonista y creo que es una de las mejores de las novelas de Jane Austen (me falta leer Mansfield Park, para tener una idea acabada). Es egoísta, juzga a los demás por su clase social, cree que es la titiritera de la gente que la rodea y sólo tiene a George Knightley para que la enderece un poco en sus acciones. No quiere casarse y analiza punto por punto las situaciones que vive. No se la puede apreciar apenas empieza el libro porque la actitud molesta, es cierto, pero no se puede sacar a Emma de su contexto. Vive en una época en donde las personas eran definidas por sus posesiones y su renta anual, así que ella hace lo mismo porque, en realidad, no es tan inteligente como la pintan. Su poder de observación no es infalible y, por supuesto, no hay párrafos en donde filosofe sobre la vida o la economía de Gran Bretaña. Su inteligencia está basada en lo que se consideraba así en ese siglo para las mujeres. Obviamente, a los hombres se los medía con otros parámetros y tal vez por eso Emma toca una fibra sensible y Frank Churchill o Elton, que son más insoportables que ella SPOILER (y no, para mí el final no lo redime), FIN DEL SPOILER no lo hacen. Así que no hemos cambiado. Lo importante es que Emma va suavizando las opiniones y las actitudes a medida que se mete en problemas porque, a fin de cuentas, tiene capacidad de autocrítica. Me hubiera gustado que midiera las consecuencias de sus actos antes de ejecutarlos, ya que era tan lista. 

Hay otros que merecen que se los mencione porque completan el universo Austen. Knightley, Harriet y Augusta son tres muestras de distintos tipos de personas que se encuentran a menudo en estas novelas, pero tienen características que los diferencian del resto. Knightley tiene todo y no presume, Harriet no tiene nada y no le importa y Augusta tiene todo y lo refriega en cualquier rostro que se le cruce. Creo que Austen trabaja muy bien con estos tres y los desarrolla para que queden como ejemplo de esa sociedad que ella tanto miraba de reojo (el tratamiento era mutuo, me atrevo a decir). Luego está el padre de Emma, siempre listo para aportar la cuota de humor con su excesiva preocupación médica y climática. Todos son muy sinceros y algunas frases son difíciles de digerir desde la perspectiva de un siglo más benevolente, aunque sobrevivan los hipócritas. 

El puntapié inicial de la historia se da cuando Emma desea que Harriet, en detrimento de un hombre humilde que ama, se case con el señor Elton, quien la haría ascender socialmente. Harriet es una especie de proyecto de Emma y, a pesar de la manipulación a la que la pobre chica se somete sin ofrecer resistencia, la amistad entre ellas llega a ser importante en la trama. A partir de allí, se suceden los equívocos que no pueden faltar en las novelas de Austen, las palabras mal interpretadas, los temperamentos poco sondeados. Hay bailes, visitas y excursiones (otra cosa no se puede hacer, ya que no están en Londres) que sirven de marco para estos sucesos. Están bien armados y no detecté muchas conversaciones innecesarias, salvo las de la señorita Bates porque lo requería su personaje. Siempre está la sensación de que dan demasiadas vueltas para decir algo simple, pero se puede superar. La narración es afilada y se me hizo más llevadera y sensible que la de otras novelas de Austen (como Sensatez y sentimientos, por ejemplo). Básicamente, todo esto bien. Sin embargo, porque nada existe sin un “sin embargo”, la resolución del final me pareció precipitada. Creo que es uno de los pequeños defectos de la escritora: en las últimas treinta páginas se revelan cosas que se pueden sospechar desde el principio y, aunque causan enternecimiento, producen efecto de choque. O de incomodidad, al menos. SPOILER De repente, Harriet desaparece de la vida de Emma después de la confesión y hay un corte brusco en las relaciones, a pesar de que pase el tiempo. Me decepcionó que Emma se casara y tirara por la borda sus convicciones, pero bueno... Si se enamoró no la culpo. FIN DEL SPOILER Los cabos sueltos se dejan así como están y no pude atisbar un esfuerzo por terminarlos de buena manera. 

Con Emma queda reforzada la idea de que hay elementos que no se pueden juntar sólo porque se le ocurre a una sola persona sin tener en cuenta los sentimientos de la otra. Aun así, predomina (guste o no guste) la conveniencia por sobre los sentimientos. Austen no ofrece muchas salidas a esto: si alguien ama a una persona de baja condición, entonces las amistades y el trato hacia ella cambiará de acuerdo a cuántos escalones baje. Si los sube, obviamente, tendrá más beneficios. Y esta novela lo aclara y lo explica con lujos de detalles, además de cierta insistencia. Allí está la habilidad de Austen. Puede llegar a ser muy instructiva… y muy convincente. 

Emma se toma o se deja. A pesar de que el inicio del libro no tenga un brillo que invite a seguir leyendo, lo bueno empieza a surgir a los pocos capítulos. Ya no se vuelve tan largo y los personajes adquieren forma junto con la trama. Reconozco que Emma no es la protagonista más simpática del mundo y le falta mucho para ser Lizzy Bennet, pero tampoco encuentro razones para odiarla fervorosamente. El libro en sí mismo me pareció uno de los mejores de la autora (siempre me quedará la duda sobre lo genial que hubiera sido Sanditon) y lo recomendaría para lectores pacientes que no le teman a personajes no muy heroicos.