
Puede sonar infantil, pero una vez pensé algo parecido a la frase con la que inicié el texto. Cuando anunciaron que iban a hacerle una película a Wonder Woman, resolví que la vería en el cine si la suerte me dejaba (es decir, si no me enfermaba por esos días, si tenía un peso en el bolsillo o algo similar). Quería verla, no sólo porque pasé días geniales de mi infancia viendo la repetición de la serie con Lynda Carter en Warner (y ahora me desacostumbré a mirar series, lamentablemente), Super Friends y Justice League Unlimited. Tampoco porque es mi superheroína favorita o me cae bien la actriz. No digo nada nuevo si me pongo a hablar de la maldición que pesa(ba) sobre las películas o series protagonizadas por heroínas. No sumo mucho si me quejo del caso omiso que Marvel hace al pedido de una película monográfica de Black Widow o el desplante que le hicieron a la villana en Iron Man 3 (2013). Por eso pensé en todo esto y dije “voy al cine, quiero ver a Diana, quiero aportar a que digan que sí funciona”. Quién sería si me quedo, ¿no? Y qué bueno que no me quedé.
Ahora bien, no pretendo hacer una reseña de la película porque no soy especialista en cine y mucho menos en comics, a pesar de que me encanta todo lo relacionado a ellos. Mi lenguaje técnico y mi ojo no funcionan como cuando leo un libro, pero puedo tratar de tomar las riendas de otro modo. Me atengo a hablar de las cosas que observé en la película. Lo que me interesaba contar de Wonder Woman no está ligado sólo a que es una buena película y que finalmente me hizo sentir que el universo cinematográfico de DC había dado en el clavo (por supuesto, estoy dejando afuera de esto a la trilogía sobre Batman dirigida por Christopher Nolan). Está relacionado a lo que esta superheroína significa para mí y el motivo por el cual creo que todos, sin distinción de género, deberían darle una oportunidad. Antes que nada (no quiero hacer esto muy largo, juro que termino pronto), la película se está tildando de feminista y sí, tal vez lo sea. Debido a que el término no está exento de subjetividades, aclaro que es “feminista” como corresponde, sin bastardear a los hombres y sin plantear la superioridad de las mujeres. En Wonder Woman no hay misandria, una palabra que siempre pulula cuando se habla de superheroínas (¿qué culpa tiene de que todos los que la enfrentan sean hombres? Eran soldados, ¿qué esperaban?). Se dice mucho “ellos tal cosa y ellas tal otra” porque se le está retratando a Diana cómo es la sociedad con la que choca culturalmente y no encaja porque no se lo permiten. No intenta incomodar, simplemente establecen las diferencias entre la Londres de 1918 y Themyscira. La película no denigra a nadie y se nota que desde el “vamos” fue pensada para todos los públicos. Y la relación entre Diana y Steve, por si quieren saberlo, no empalaga y sale bastante del molde. Las interacciones entre ellos no tienen desperdicio. Como dicen por ahí, Gal Gadot no es Meryl Streep, pero compone muy bien a Diana (y tiene voz raposa, cosa que me parece genial, y cada tanto lanza esa mirada que advierte “conmigo, no”) y Chris Pine acompaña de maravillas. Para ser honesta, lo único que me decepcionó de la película es el patetismo de los villanos, sumando los pozos mínimos en el argumento. Siempre hay alguno. Ah, y algunas escenas en donde cuidan que la protagonista se vea hermosa y prolija.
Una de las cosas que amé terriblemente es la complejidad de Diana Prince. Como le comenté a una amiga hace poco, ella es todas (o casi todas) las mujeres en una sola. Es increíble lo simpática que resulta con su extravío en medio de un mundo hostil. Diana no se enoja con la realidad: la pelea. Rompe una falda ceñida que le impide pegar patadas, irrumpe en reuniones reservadas a los hombres, se planta cuando cree que algo es injusto sólo porque le conviene a unos pocos. Diana no acepta “quedarse”, ella viajó hasta allí con un propósito. Y mientras se enternece por un bebé, demuestra sus conocimientos (quiero hacer una entrada sobre autores antiguos que menciona, por cierto), se enamora, se horroriza con la guerra, toma decisiones, recibe y desoye consejos, protesta, se indigna, es híper comprensiva, se muestra amable y sí, lo más importante para los que adoramos las escenas de acción, empuña una espada con una fiereza excepcional. Me gusta esta Diana Prince. Tal vez en Batman v Superman: Dawn of Justice (2016) se la presente con una faceta seria, pero es mucho más que eso.
Así que vayan, si está a su alcance. Vayan, vayan, vayan. No puedo decir “hagan como yo” porque no soy quien para obligar a nadie y no soy ejemplo de nada. Lo único que puedo hacer es contarles mi experiencia. Al empezar a buscar los horarios de las funciones de cine por internet se me cruzó por la mente el frío que haría en Buenos Aires ese día (efectivamente, fue un día gris y helado), la cantidad de dinero que implica gastar en este país para una salida de entretenimiento, la posibilidad de que hubiera algún problema en el transporte o que me tocara una sala llena de gente que comenta la película mientras la está mirando (y ahí le hubiera dado la razón a todos los que la disfrutarán en sus casas). Pero en un rapto de inspiración me pregunté “¿quién sería si me quedo?” (por segunda vez) y me convencí.
Nota: tengo pegada la canción “To Be Human”, de Sia y Labrinth. Y no molesto más.
Nota 2: agradezco los comentarios, en serio, pero no dejen spoilers 😉
Nota 2: agradezco los comentarios, en serio, pero no dejen spoilers 😉