Título original: Die Verwirrungen des Zöglings Törleß
Autor: Robert Musil (1880-1942)
Año de publicación: 1906
Traducción: Nicolás Gelormini
Calificación: 🌟🌟🌟🌟
Esta es la primera vez que leo a Robert Musil y definitivamente no será la última. Me resultó desafiante, y no suelo ignorar a los autores de ese estilo. Lo que más me llamó la atención fue encontrar un tema tan actual en un libro que ya tiene más de un siglo. Debería estar acostumbrada porque casi siempre hallo cosas así en los clásicos, pero cuando sorprenden, sorprenden. Me refiero (para terminar ya con el suspenso) al acoso escolar o, como lo conocemos en estos tiempos, al bullying. Por supuesto, corro el riesgo de caer en un anacronismo y de haber seguido una línea de análisis errónea. Me lo cuestioné muchas veces al tomar notas sobre la marcha de la lectura. Pero… ¿no será prácticamente lo mismo? Si Musil fue a una escuela como la que describe en la novela y expone lo mal que se la pasa en esos lugares (más allá de todas las experiencias del protagonista), ¿no está hablando del bullying?
Törless es un joven introvertido que asiste al instituto de W. (no se da más que una sigla), un internado para hombres en Austria, desde hace cuatro años. Al principio le cuesta separarse de sus padres y formar parte del alumnado, pero una vez que se siente a gusto las cosas empiezan a cambiar. El apego es distinto. Se vuelve amigo de Beineberg y Reiting, dos alumnos abusivos. Y cuando uno de ellos descubre que un joven llamado Basini robó dinero para saldar distintas deudas, los dos tejen una red de maltratos y humillaciones que atrapa a Basini y a Törless, quien funciona más como un testigo que como un participante activo.
Todos son jóvenes de familias poderosas que tienen sus secretos. Y lo que novela muestra es que no están excluidos de los mismos vicios y de los mismos delitos que se suelen atribuir a la “clase baja”. El libro abre prácticamente con los jóvenes paseando por un pueblo y yendo a visitar a una prostituta, ni más ni menos. Además de la madre de Törless, es el único personaje femenino que aparece y Musil le da una personalidad bastante desagradable. Lo que queda claro, a fin de cuentas, es que todos en este libro esconden algo sucio y no ni hay status social ni profesión que valga.
No quiero entrar en detalles sobre las humillaciones a las que los alumnos someten a Basini. La novela no es muy explícita al respecto y, de hecho, algunas de las acciones no se llegan a “ver” porque el narrador en tercera persona sigue el punto de vista de Törless. Y este, muchas veces, decide apartarse (física y mentalmente) de esos acontecimientos. Creo que eso es un punto a favor del libro porque, a pesar de que el lector sabe e imagina lo que le está sucediendo a Basini, la narración sólo incluye una parte de todo eso. Es el núcleo del problema del bullying: sabemos que existe, pero a veces no lo vemos en su totalidad y lo dejamos pasar. Y el silencio cómplice y el silencio de la víctima causan sordera. Increíblemente, las autoridades del internado de la novela no aparecen nunca (o sí, pero me lo reservo para no spoilear).
¿Era la intención de Musil hablar de estos temas? Sabiendo que él mismo estuvo en dos escuelas militares con internado, quiero creer que sí. Pero también creo que en esta bildungsroman (novela de iniciación: cuenta el paso de un/a niño/a o un/a joven a la adultez, como Jane Eyre) hay mucho más que eso. Törless es un personaje con el que no pude empatizar rápido. Pero tiene una vida interior tan grande, está tan afligido con sus cambios de adolescente (y acá se incluye, por supuesto, el despertar sexual), que se vuelve un personaje inolvidable.
Hablando de lo estrictamente técnico, la narración en tercera persona me gustó mucho porque no se pierde ningún hilo de pensamiento de Törless y cuenta lo justo y necesario cuando se trata de hechos. No obstante, debo decir que me molestó que fuera tan abstracto en momentos que no lo requerían. Törless tiene divagaciones filosóficas que, aunque se me hicieron muy interesantes, no me parecieron integradas a la novela. Por otro lado está Beineberg, que expone siempre sus ideas orientales para beneficio propio. Sin embargo, Las tribulaciones… está muy bien escrito: es un estilo poético y terrenal a la vez.
El final es inesperado, según mi opinión. Y creo que es muy realista y honesto. Esta novela me gustó porque invita a reflexionar, tal vez sin que Musil haya buscado expresamente que nos concentremos en el acoso escolar. Así que la recomiendo para complementar esas lecturas que ahora se encargan de iluminar las problemáticas oscuras que existen (y resisten) en muchos ámbitos.
Gracias a Editorial Bärenhaus por haberme dado el ejemplar para reseñar.