viernes, 4 de mayo de 2018

"Fahrenheit 451", de Ray Bradbury


Título: Fahrenheit 451

Título original: Fahrenheit 451

Autor: Ray Bradbury (1920-2012)

Año de publicación: 1953

Traducción: Alfredo Crespo

Calificación: 🌟🌟🌟🌟🌟


Lee algunas líneas y te caes por el precipicio 


Lo primero que sentí cuando leí Fahrenheit 451 fue dolor ¿Los libros pueden sentir dolor? Porque casi escuchaba gritos en las escenas donde los queman. Y ahí una no sabe si son los gritos propios o si de verdad los libros se quejan. Esta historia causa impresión por varias cuestiones, pero las principales se reducen a dos: la aniquilación del conocimiento y la estupidización de las masas. Suena curiosamente real, ¿no creen? 

Estados Unidos, año incierto (el futuro, eso seguro). Los bomberos ya no apagan incendios, sino que los provocan cada vez que alguien da el alarma: cualquier libro que se encuentre debe reducirse a cenizas, junto con la casa. Montag es un bombero que viene sufriendo una crisis “profesional” que se profundiza cuando conoce a su vecina, Clarisse, que le genera dudas en las conversaciones. 

Bradbury presenta las preocupaciones de la época, donde cada pequeño invento era un gran acontecimiento. Y de repente las personas se veían atraídas por una pantalla, por las emisiones de radio, las comunicaciones y por la inmediatez de las noticias. Ahora esto nos parece pan comido, pero en aquellos años debió haber sido tan asombroso como terrorífico. En la realidad de Montag, la familia aparece por televisión, hablando y chillando cosas sin sentido. No hay debates, los pocos libros que existen (o que se permiten) están ilustrados y cuentan historias vacías, las artes liberales están prohibidas. En cierto momento el vacío de los diálogos y la negligencia de las personas generan pánico intelectual. Y no sé hasta qué punto no se trata del eco de un pánico actual (lamento ser pesimista, pero lo soy).

Imagen de la película de HBO (IMDb)
Montag, casado con Mildred, no se cuestiona seriamente su labor como bombero hasta que conoce a Clarisse. Mildred y Clarisse forman un par que se pondrá en oposición todo el tiempo, mucho más en lo concerniente a la inteligencia, así que eso resulta interesante. Y hablando de mujeres, la falta de representación de las intelectuales femeninas levantó mis sospechas. SPOILER ¿No hay profesoras mujeres? ¿No hay viejas alumnas? ¿Las mujeres no leen, a excepción de la anciana? ¿Por qué son ellas (hablo de Mildred y de sus “amigas”) los ejemplos del consumismo y de la estupidez? FIN DEL SPOILER Hay cosas que no deberían llamarme la atención sobre la ciencia ficción del siglo XX, pero nunca está de más plantearse la cuestión. Uno de los personajes más interesantes, además de las mujeres ya mencionadas, es Beatty, el capitán de los bomberos. Su perspectiva cínica (e, incluso, un tanto hipócrita) teje el mundo de Fahrenheit 451 con unos pocos diálogos. Redoblo la apuesta: las descripciones del narrador en tercera persona no me parecieron tan útiles para entender ese escenario como sí me pareció Beatty. De Montag no quiero hablar mucho: su personaje se comporta de manera irritante. Es un nervio expuesto (gracias por la idea, Bruce Banner), un inconformista que desea salir violentamente del molde. 

El estilo de Bradbury me gusta porque, aunque utilice la tercera persona, se mete en la conciencia del personaje y extrae pensamientos en primera (sí, aunque esté prohibido pensar). Eso acompaña a los momentos de crisis de Montag. Las frases cortas, paradójicamente, aceleran la lectura como si fuera alguno de los libros permitidos en la distopía. Sin embargo, eso no significa que carece de profundidad. Lo único que tengo para criticar con respecto a la escritura es el uso reiterado de algunas metáforas (no sé si es un error… yo lo tomaría como algo que no me gustó mucho y ya) y la vaguedad con la que se tratan ciertos temas políticos. El centro de la atención está en la opresión, por supuesto, pero me hubiera gustado saber más de ese mundo en guerra. 

En definitiva, todo esto que leyeron (ojalá que se hayan concentrado) desemboca en un “lo recomiendo” rotundo. Si les gusta leer, si se ponen mal cuando ven un libro deshecho (en esta novela los queman, no hay nada para hacer…), si les asusta la calidad del entretenimiento y la educación y una infinidad de temas acordes al siglo XXI, esta es su distopía. No hay nada que pensar.